Apenas dos kilómetros al noroeste del núcleo urbano de la
capital pinareña, se ubica el Jardín Botánico de Pinar del Río, justo en las
inmediaciones de la comunidad Hoyo del Guamá.
Allí, en sus más
de 60 hectáreas, se conservan mil 300 especies de la flora cubana -exóticas o
endémicas-, como resultado de las colectas realizadas por investigadores y
especialistas, continuadores del legado del Doctor en Ciencias Armando Urquiola
Cruz, gestor del proyecto.
Cuando en 1999
comenzó a materializarse la idea del eminente botánico, las primeras plantas se
sembraron en los sitios que hoy ocupan la representación de los diferentes
ecosistemas.
Arenas blancas,
frutales, serpentinas, pinares, el bosque martiano y forestal, son las zonas
fitogeográficas del jardín donde se conservan cien especies endémicas de esta
región del país, y permiten al visitante comprender la variedad de suelos de la
Mayor de las Antillas.
Atravesado por el
río Guamá, en este recinto convergen especies de la flora consideradas fósiles
vivientes como lo es la Palma Corcho (Microcycas calocoma), lo que favorece el
desarrollo de conocimientos del mundo vegetal.
Durante los tres lustros de existencia del Jardín
Botánico de Pinar del Río, la minuciosa labor de especialistas, investigadores,
garantizan la existencia de un herbario que atesora cinco mil 500 dubletas
botánicas.
Cuenta con tres
senderos interpretativos, los cuales resaltan la variedad de frutales, especies
del período arcaico y una diversa representación de las plantas que empleó
Martí durante su presencia en los campos cubanos. Un sano contacto con la
naturaleza proporciona este gran espacio verde, de la más occidental de las
provincias cubanas.
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